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La parábola del Rico y Lázaro

PARÁBOLA DEL RICO Y LÁZARO, LUCAS 16: 19-31

La parábola del rico y Lázaro es una maravillosa narración de Jesús y en donde se indica la actitud a tomar frente a las riquezas y su adecuado uso, especialmente hacia los pobres.

Esta parábola en particular hace una comparación de la vida de 2 hombres: uno rico y otro muy pobre. Aquí, vemos como la actitud de uno de ellos no es la más adecuada y eso le pasará factura en la eternidad.

 

Parábola del rico y Lázaro, Lucas 16 19-31

Parábola del rico y Lázaro, Lucas 16: 19-31

 

 

¿Qué nos dice la Parábola sobre el rico?

La parábola inicia de la siguiente forma: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino y hacía cada día banquete con esplendidez” (Lucas 16: 19).

 

En esta descripción inicial, podemos inferir que el hombre no solo es adinerado, sino que además hace alarde de sus riquezas con la ropa que carga puesta.

 

Es que vestirse todos los días con prendas de color púrpura, es algo que solo podían hacer los ricos debido a que la tela de ese color era muy costosa.

 

Pero, también se viste de lino fino, el cual es delicado, muy suave y caro. Por lo tanto, es una señal de gran riqueza.

 

Adicionalmente, este hombre rico celebra banquetes todos los días, lo cual significa que tiene mucha comida, bebida e invitados constantemente y eso también requiere de muchos recursos.

 

Aquí también se pretende señalar que el hombre es muy rico y se permite muchos excesos. “Ni el rico aumentará, ni el pobre disminuirá del medio siclo, cuando dieren la ofrenda a Jehová para hacer expiación por vuestras personas” (Éxodo 30:15).

 

¿Qué se dice sobre Lázaro?

Lucas 16: 20-21 nos dice: “Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas”.

 

Aquí, debemos destacar que nos mencionan al mendigo por su nombre, siendo la única parábola de Jesús en la que se llama por su nombre a algunos de los personajes.

 

Y, más adelante desde el versículo 22 se menciona a Abraham, el padre del pueblo judío. En cuanto al nombre Lázaro, podemos indicar que es la versión griega del nombre hebreo Eliezer o Elazar (que significa Dios es mi ayuda).

 

En este caso, Lázaro es un hombre pobre que se ve obligado a mendigar comida para poder sobrevivir. Además, también está enfermo, lleno de úlceras supurantes, y tampoco puede caminar.

 

Las limosnas (dinero o comida) constituían el principal modo de supervivencia de las personas pobres y enfermas como Lázaro. Así que depende de que otras personas lo lleven a diario a la puerta del hombre acaudalado.

 

Allí, Lázaro mendiga y espera conseguir la comida que cae de la mesa del rico (Lucas 16: 20). “El hombre rico es sabio en su propia opinión; Mas el pobre entendido lo escudriña” (Proverbios 28:11).

 

Por lo tanto, cada día Lázaro llega a la puerta del hombre rico, sabiendo que celebra banquetes a diario y que así podría saciar su hambre si le dieran algo de la comida que tiran al piso (Lucas 16: 21).

 

La parábola continúa con la muerte de Lázaro y el rico

 “Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado (Lucas 16:22).

 

Lázaro se encontraba en un estado deplorable lleno de úlceras, sin poder caminar, hambriento, y dependiente de otros para ir a mendigar la puerta de la casa del hombre rico.

 

Por ello, su muerte indica un estado de bienaventuranza estando al lado de Abraham, algo comparable a comer con los patriarcas (Mateo 8:11). Lázaro ahora está disfrutando de un banquete en un sitio de honor junto a Abraham, el padre de la fe.

 

En cambio, el hombre adinerado tuvo una suerte distinta después de morir: “En el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno (Lucas 16:23).

 

Por lo tanto, la vida del hombre rico es muy distinta a la que tuvo en la Tierra, en donde se daba banquetes a diario con abundante comida y vino, pero ahora está necesitado y depende de la ayuda de otros.

 

En este punto de la parábola nos damos cuenta de que el rico conoce el nombre de Lázaro. Por lo tanto, era consciente de la existencia de Lázaro, el cual se sentaba cada día delante de su casa para mendigar.

 

Pero, aun así, este hombre adinerado no muestra el menor arrepentimiento por el trato que le dio al pobre, y, al contrario, le ordena a Abraham que envíe a Lázaro a prestarle un servicio.

 

Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama (Lucas 16:24).


 

Conclusión sobre la Parábola

Como cristianos, esta parábola nos hace entender que estamos rodeados de personas  que no creen en la Palabra de Dios (como este hombre rico).

 

Por lo tanto, nuestra función consiste en compartir con los más pobres toda la abundancia y nunca debemos actuar como el hombre rico de la parábola.

 

A continuación, puedes leer completa la parábola del rico y Lázaro (Lucas 16: 19-31):

19 Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. 20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas, 21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. 22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. 23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. 25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora este es consolado aquí, y tú atormentado. 26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. 27 Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, 28 porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. 29 Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. 30 Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. 31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán, aunque alguno se levantare de los muertos.

 

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